“Para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y yo también esté en ellos” Jn 17,26.

¿No es este queridos hermanos el anhelo que ansía nuestro corazón? Él mismo, se ha encargado, por el amor infinito que nos tiene, de poner en nuestra alma, el de deseo de poseerlo, para que nuestra alegría sea plena y para anhelarlo cada vez con más intensidad.
Demos entonces gracias a Jesús por esta oración tan bella contenida en el evangelio de San Juan, su amor infinito nuevamente nos confirma que su sueño es que lleguemos a estar con Él en el cielo. ¿Pero, como lograr esta perfecta unión desde ahora? El Padre San Pío de Pietrelcina advierte a sus hijos espirituales una opción: “El atajo es María”. Santa Teresita del Niño Jesús, descubrió otra, la del caminito de la confianza de los niños, y así San Felipe Neri, la caridad, San Juan Bosco, la alegría, San Francisco de Sales, la ternura, Santa Teresa, la entrega, Santa Gianna, la cercanía a Jesús con su familia, San Dominguito Savio, la obediencia y así muchísimos más, que fueron amigos de Dios y que vivieron amándolo con todo su corazón, con toda su alma, con todas sus fuerzas, hasta poder decir como Jesús: Todo está cumplido.
Yo creo particularmente que en estos tiempos que vivimos se requieren urgentemente de nuevas generaciones de santos, que propicien para la Iglesia, apóstoles de la Palabra, que como Justino, de un heroísmo desmedido de amor por Xto.
Hemos comenzado el mes del Sagrado Corazón de Jesús, en este año dos mil diecisiete de la era cristiana, descubramos entonces queridos hermanos en esta aventura de alegría y de lágrimas, de amor y entrega, de cruz y sacrificio y de amor desmedido. Cómo llegaremos al cielo, preguntándonos desde hoy. ¿Qué he hecho por Cristo?; ¿Qué hago por Cristo?; ¿Qué he de hacer por Cristo?.
Con amor fraterno.
Cristina.
@cdvjarcia