Esta Pascua del 2020 es realmente única y muy especial, seguramente siempre la tendremos en nuestra memoria. Las circunstancias de la pandemia que estamos viviendo y sus terribles efectos han sido un golpe inesperado para la humanidad entera.
Vivimos en un mundo orgulloso, vanidoso y con delirio de omnipotencia como nos decía el predicador del Papa, el P. Rainiero Cantalamessa y los valores que lo sustentan (dinero, poder, placer) de un momento a otro se desploman. Las certezas de hace unas semanas se vuelven ahora incertidumbre. Sin embargo, mientras el mundo da vueltas, sólo la Cruz de Cristo y su mensaje siguen firmes, tal y como reza el hermoso lema de la Orden Religiosa de los Cartujos.
La palabra de Dios es viva y eficaz y alumbra y nos muestra el camino, nos alimenta y nos da esperanza. La Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Jesús, es garantía de que cualquier circunstancia que podamos pasar, por dolorosa que esta sea, tiene un final feliz, ya sea en esta vida o en la otra, o en las dos. Y es que JESÚS ESTÁ VIVO, y no necesitamos nada más para ser felices y darle sentido a todo en nuestra vida, y esto vale en cualquier tiempo y contexto, y en nuestro caso, antes, durante y después de la dura prueba que estamos atravesando con la pandemia del COVID-2019.
En los Evangelios donde se narra la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, hay algunos pasajes hermosos e iluminadores para la situación que estamos atravesando. Después de su Resurrección, Jesús se le aparece a María Magdalena, mujer Santa, pero que no siempre fue así, de hecho dice la escritura que Jesús expulsó de ella siete demonios, luego sin lugar a dudas debió haber estado en su momento bastante alejada de la Fe, sin embargo su encuentro con Jesús, hizo de ella con el tiempo una Santa y es a ella a quien se le manifiesta en primer lugar y cuando lo hace, la llama por su Nombre: “María” y ella le responde: “Rabonni” ( Maestro mío ), hermoso diálogo de amor de Cristo Resucitado con su criatura redimida, trato personal y amoroso, que es imagen de lo que Dios puede hacer con cada uno de nosotros.
Estos días de encierro, ciertamente pueden ser la oportunidad para que tengamos esta experiencia de abrir nuestro corazón al Señor y que lleguemos a ese trato personal e íntimo. Jesús nos conoce y nos llama con cariño por nuestro propio nombre, digámosle también con cariño: Maestro mío.
Después de este encuentro María corre, corre a contar la noticia a los discípulos a quienes encuentra tristes y llorosos y que, encerrados en su dolor, no creyeron en ese momento que Jesús había Resucitado. Ya harán ellos su propio itinerario al sepulcro y creerán, pero al menos en este primer anuncio, de una testigo de primera mano, no creyeron ya que estaban demasiado tristes llorando a quien creían muerto, pero que realmente estaba VIVO.
En medio del dolor que estamos atravesando, de la angustia, de la enfermedad, de la muerte de seres queridos, de la incertidumbre por un futuro que no sabemos, que no olvidemos que hay Esperanza, por que la muerte no tiene la última palabra, y es que JESÚS ESTÁ VIVO.
Volveremos a abrazar a los que murieron en la otra vida, nos volveremos a abrazar los unos a los otros cuando nos volvamos a ver. Tengamos la certeza de que Dios no nos abandona, que Él está de nuestro lado luchando esta batalla y que venceremos. No nos faltará el sustento, aprenderemos a dejar de lado lo accesorio y lo superfluo y a apreciar y a agradecer el pan nuestro de cada día.
Finalmente los discípulos después de secar sus lágrimas y ante la posibilidad de que hubieran robado el cuerpo de Jesús, corren al sepulcro, pero más bien porque temen una profanación, sin embargo llegando al sepulcro, se encuentran con la Resurrección, y dice la palabra que vieron y creyeron. Entonces se cambió su lamento en baile, como dice el Salmo 30 y a partir de ahí todo cobra sentido y corren nuevamente, pero esta vez llenos de Alegría a encontrarse con un Cristo VIVO. Y de ahí en adelante, siguen corriendo, corren a Galilea, y después corren a proclamar el Evangelio y correrán durante lo que les queda de su vida para proclamar a todos los rincones de la tierra que JESÚS ESTÁ VIVO.
No sabemos cuantas semanas más nos quedan de cuarentena, pero sabemos que de esta situación no saldremos iguales. Está en nosotros la opción de salir fortalecidos y confirmados a proclamar que JESÚS ESTÁ VIVO o la opción de seguir tristes y llorosos ensimismados en el dolor de lo que hemos pasado. Pues optemos por lo primero, el Papa Francisco nos llamó desde el inicio de su pontificado a ser una Iglesia en salida, y esta experiencia por la que estamos pasando es como una especie de catapulta que nos llevará a poder proclamar las grandes verdades del Evangelio a todos aquellos que fruto de toda esta situación se están preguntando que es lo que es verdaderamente importante en esta vida, a aquellos que se han dado cuenta de la fragilidad de nuestra existencia y a los que sólo la Fe en un JESÚS VIVO y GLORIOSO puede darles un sentido profundo a su existencia. Así que corramos hermanos, corramos a predicar la buena nueva del Evangelio, corramos, y en el camino, perdamos la vergüenza y el temor, si el Señor nos permite seguir con vida es por que tiene una misión para nosotros.
Aunque no está narrado en los evangelios, hay una bonita tradición desde la antigüedad, de ciertas almas piadosas, que creen que Jesús se le apareció después de resucitado antes que a nadie a Su Madre. Y es que siendo Jesús tan buen hijo, y siendo María tan buena Madre, pues creo que es algo que tiene mucho sentido. Pienso en la escena bellísima de la película de la “Pasión de Cristo” de Mel Gibson, donde nuestra Madre se encuentra con Jesús rumbo al calvario y este cae, y como su mente de Madre vuela y recuerda cuando de niño, Jesús caía y ella corría a abrazarlo, y agrego en mi mente una tercera escena, y es la de Jesús corriendo a los brazos de Su Madre apenas Resucitado, que hermosa escena que debió haber sido esta. Y es que el Evangelio es buena nueva y siempre tiene un final feliz para los que creen, ya sea en esta vida o en la otra, o en las dos.
Verdaderamente ha Resucitado el Señor, ¡Aleluya!. Felices Pascuas 2020.
Un abrazo en Cristo y María,
Fabio