¡Si tú quieres, puedes sanarme!

fano leproso

 

«Cuando bajó del monte, fue siguiéndole una gran muchedumbre. 2.En esto, un leproso se acercó y se postró ante él, diciendo: «Señor, si quieres puedes limpiarme.» 3.El extendió la mano, le tocó y dijo: «Quiero, queda limpio.» Y al instante quedó limpio de su lepra. 4.Y Jesús le dice: «Mira, no se los digas a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio.» Mateo 8, 1-4.

El Evangelio nos narra la curación de un leproso, un leproso que, siendo despreciado y tenido por nadie para la multitud, se postró ante los pies de Jesús y le dijo: “Señor, si tú quieres, puedes sanarme”.

Al ver la respuesta de Jesús ante la humilde actitud de este pobrecito de Dios, ¿No, nos dan ganas acaso de decirle al Señor que también estamos enfermos y queremos ser sanados, de nuestros orgullos, resentimientos, vanidades y afectos desordenados? Para que así, como extendió sus manos y tocó las llagas del cuerpo de aquel hombre para curarlo, así mismo haga con nosotros.

¡Qué gran ejemplo de fe nos da este leproso!.  Una fe tan viva y operante y a la vez nos invita a que nosotras vivamos con un mayor espíritu sobrenatural, Dios nos escucha, así como lo hizo con él, y hoy el Señor Jesús nos pide a nosotros que le expresemos nuestras necesidades, porque Él es un Padre que se preocupa por nosotros.

Pidámosle con muchísima fe, en medio de nuestras dificultades, enfermedades y tribulaciones para que de la misma manera, Jesús, extienda sus manos sobre nosotros y toque nuestros corazones, para sanar de todas aquellas heridas que nos limitan a amarlo como Él merece ser amado.

Con cariño fraternal.

Melissa.

 

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