Tengo la certeza de que las risas, los recuerdos, las palabras, los consejos, las pequeñas vicisitudes, los paisajes, los ofrecimientos y todo lo que se vivió en este campamento de la Comunidad Misionera Jarcia en Ambato, Pilahuín, ha sido un regalo de nuestro Padre del Cielo y cada momentito sigue latiendo en nuestros corazones. Se han hecho vida las palabras del apóstol Juan “Lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida es lo que anunciamos”. (1 Juan 1,1),.
Nuestros hermanos mayores en Jarcia siempre nos han invitado a vivir, desde que recuerdo mi primer campamento, este cuarto día, que es el que se realiza en nuestra vida cotidiana, pensar en esto, detenidamente, resulta espectacular y nuestra entrega adquiere fuerzas nuevas, ya que vivimos en sintonía con Cristo, y todo lo podemos en él, que nos fortalece, (Filipenses 4,13).
Este año, por encargo de mis superiores se me ordenó ser comandante, y le dije a Jesús, que es quien conoce perfectamente que soy incapaz de hacer las cosas bien fuera de él y que sin él nada puedo hacer (Jn15,5): “Sé tú nuestro comandante Jesús”. Y así fue.
Dios lo coordinó absolutamente todo, desde el clima, hasta preparar los momentos de encuentro con cada uno de sus hijos, los campistas. No hubo nada que se le escape de las manos. Siempre respetando nuestra libertad, actuaba su Espíritu Santo, desde el Cielo nos miraba y sonreía.
Quizás lo que más me conmovió a mi fue la ternura en la mirada de los jóvenes. ¡Estaban deseosos de encontrarse con Cristo!, no importaba el frío, los homenajes a la Reina del Cielo, eran llenos de ilusión, Jesús otra vez diciéndome: ¡Cristina, ¿no te he dicho que si crees, verás la Gloria de Dios?. Y, yo, en este campamento, la vi!.
El milagro de la eucaristía y la vida en comunidad, mis hermanos en logística, en enfermería y en cocina sirviendo a los demás, dos subcomandantes, atentos siempre a mantener la espiritualidad del campamento, la acogida de la comunidad de Jarcia Ambato y de la comunidad de Pilahuin. Todos aquellos momentos y muchos más mostraron la gloria de Dios.
Hoy, cómo en el acertijo de la vida que realizamos la última noche, Jesús también se ha detenido frente a nuestra Jarcia, ante el grito que hemos exclamado: ¡Jesús, Hijo de David ten compasión de mi! Y nos ha preguntado: Jarcia, ¿Qué quieres que haga por ti? Y le hemos dicho también. ¡Domine, ut videam! ¡Señor, que vea! ¡Y desde ahora nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído!
Queridos hermanos: Es tiempo de gracia el que vivimos. ¡La Iglesia nos necesita!. Él nos ha dicho: “En mi nombre harán cosas mayores, todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo”. (Jn 14, 12-14).
No dejemos apagar la llama de amor que ha sido encendida en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, vivamos el hoy de Dios, amándonos los unos a los otros. ¿Cómo? ¡Como Jesús nos ha amado! (Jn 13, 34).
Que todos los días sean de campamento, viviendo el amor hasta el extremo, les escribimos esto para que sigamos construyendo la civilización del Amor y así nuestro gozo sea completo. (1 Jn 1, 4).
Cristina Franco Cortázar
@chapus2012
Comandante Campamento Pilahuin
Jarcia 2015.
Miembro Base consagrada.


