¡Oh Dios!
¡Qué acto de amor tan bello! Que tú te me das y yo a ti me entrego, mi dulce Jesús yo no comprendo porque tú te me das por completo, sin yo merecerlo.
Y así en silencio, callo, me dejo abrazar, sueño…
Frente a la custodia me encuentro y te veo. Y entre lágrimas de amor contemplo: ¡Oh Dios! ¡Qué acto de amor tan bello!
Cristina.
