¡Por fin, sé quién me pide de beber!

 

Bendito Dios, dame los sentimientos de María.

Dame el corazón de San José

Y dame la alegría de San Josemaría,

Hasta mi vida perder.

Jesús y yo

Concédeme la elocuencia de Bernardo,

La sabiduría de San Luis, el Rey,

Para llevar muchas almas al cielo,

Dame la oración de San Francisco Xavier.

La valentía de Juana de Arco

El amor apasionado de Teresa de Ávila,

La sencillez de Teresita,

La inocencia de Goretti

Y la belleza del alma de Narcisa.

¡Porque por fin, sé quién me pide de beber!

 

La fuerza de Anacleto

La ternura de Domingo

La pasión de San Roberto

Y de San Ignacio el celo por el evangelio.

En fin, dar la vida como Gianna,

Como Guadalupe en las clases,

Como Pier Giorgio en las calles,

Y en la enfermedad como Chiara Luce.

¡Porque por fin, sé quién me pide de beber!

 

¡Cuántos santos Señor! Que vivieron la aventura,

de entregarte sin condición, su vida entera y su amor,

por eso suspiro Señor…

Y si al final del día, no me concedes lo que te ruego en esta oración,

Solo te pido un último deseo del corazón:

¡Amarte, mi Señor, como ninguna criatura mortal jamás te amó!

¡Porque por fin sé, quién me pide de beber!

 

Cristina.

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