¡Mujer! ¡Qué se cumpla lo que deseas!

“Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: «¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio». Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: «Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos». Jesús respondió: «Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel». Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: «¡Señor, socórreme!». Jesús le dijo: «No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros». Ella respondió: «¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!«. Entonces Jesús le dijo: «Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!». Y en ese momento su hija quedó curada”. San Mateo 15,21-28.

¿Dios cambió de opinión?. Más bien el Dios Todopoderoso, se encuentra desarmado y extremadamente conmovido ante la súplica insistente de una mujer que simplemente creyó con todo su corazón que solo el hijo de Dios podría sacarla de tremendo apuro.

Este es uno de los pasajes más bonitos que nos hace pensar sobre la misericordia de Dios, y cómo esta nos sobrepasa cuándo como niños pequeñitos le suplicamos aunque sea las miguitas de su ternura.

Un día escuché decir a una amiga religiosa, una frase que la hemos hecho consigna también en casa. “Nosotras en la comunidad celebramos a todos los santos y todas las fiestas de la Iglesia. –¡Ustedes sí que son pura fiesta Hermana!- le dije. Me contestó con una sonrisa resplandeciente: “Cristina, no olvides que de fiesta en fiesta, nos vamos a la gran fiesta”.

Y eso es lo que anhelamos vivir ahora, la alegría infinita de seguir a Aquel que cumple sus promesas. ¡Aquel que envía matar el becerro por nosotras!. En fin, Una vida que sólo debe ser empleada para cantar la infinita misericordia que nos ha tenido.

Hoy en la homilía el Padre nos dijo: “Solamente en la noche más oscura es cuando brillan las estrellas, en los desengaños, en las tribulaciones, en las decepciones, es cuándo puede salir de un corazón que ha sido purificado, la plegaria más hermosa: ¡Hágase!”… Jesús también espera lo mismo de nosotros, que habiendo agotado todas las instancias y habiendo deseado lo que más anhela nuestro corazón sigamos pidiendo mucho más, mucho más vino, hasta fundirnos en él, aunque a veces pareciera que Jesús no nos diga ni una sola palabra. Él cumplirá los deseos más altos de nuestro corazón porque él mismo los suscitó.

No sabemos que pasará, sólo nos ha pedido que le seamos fiel y ahora sólo podemos decir en estos tiempos tan especiales que vivimos que nos dejamos sorprender por un Dios que se conmueve ante la pequeñez de sus hijos. Que nuestros corazones anhelen siempre lo que Él anhela. Que podamos decir con certeza: “Soy feliz porque vivo en el corazón de Jesús y él vive en el mío”

Screen Shot 2015-08-05 at 6.15.14 PM

Hoy también nosotras nos unimos al corazón de nuestra Madre, Reina y Señora, la Virgen María, aquella que no retrasó los planes de Dios y dio un Sí que cambió la historia del mundo. Con ello renovamos nuestro Sí. Aquel que dimos hace ocho añitos… ¡Contamos con sus oraciones!

“Si necesitas vírgenes, Señor, si necesitas valientes bajo tu estandarte, ahí están Santo Domingo y San Francisco, Señor, ahí está San Lorenzo y Santa Cecilia. Pero si necesitas, por acaso, de un perezoso y de un imbécil, de un orgulloso y de un cobarde, de un ingrato y de un impuro, de un hombre cuyo corazón estuvo cerrado y cuyo rostro fue duro. Cuando todos te falten me tendrás siempre a mí Señor”. Paul Claudel

Últimas Entradas

A %d blogueros les gusta esto: