Creo que mucho se ha hablado de ella, es la madre de todas las virtudes, hermana de la caridad, sin ella se ahuyentan almas y cuánto nos cuesta aceptarla. Se trata de la humildad.
De hecho, a menudo nos vemos instruyendo a otros “para bien”, les cortamos lo que tienen que decir, porque lo que vamos a decir nosotros es más interesante, incluso a veces no nos damos cuenta, de lo que el otro me quiere decir, no vemos más allá.
Un sabio decía, que la humildad debería ser una virtud menos hablada y más practicada, ya que es la madre de los grandes, de los gigantes, de los que sueñan, de los que quieren que todos vayan al cielo.
Esta Cuaresma trabajaremos en ello, Jesús, lo trabajó con sus discípulos al preguntarles: ¿Qué vienen discutiendo en el camino? De ahí viene uno de los consejos más hermosos que los santos llevaron a la vida: “El que quiere ser el primero debe hacerse el último de todos y el servidor de todos”.
En esta Cuaresma, le podemos pedir ayuda a María, en ella estaba el Espíritu Santo, no hay duda; quién después de recibir un mensaje fantástico, responde: Yo soy solo la esclava, que se haga en Mí, todo lo que Él quiera.
Así que, en esta Cuaresma, ayúdanos a ser mansos y humildes como Tú y como Jesús madre mía.
Cristina.
Comunidad de vida. 