Érase una vez una oruga llamada Martina, que vivía en una pradera, con muchos animales.
Ma
rtina era una Oruguita muy extrovertida. Los animales del campo se divertían mucho jugando y hablando con ella;
Un día Martina les dijo a sus amigos:
-Me encanta arrastrarme por la tierra, pero quiero aprender a volar y volar muy alto hasta llegar al cielo.
Sus amigos se miraron unos a otros y comenzaron a murmurar y a reírse de ella.
Uno de ellos les dijo: -Martina, ¿Qué dices?
Martina lo miró y le dijo:
-Lo que acabas de escuchar, -Quiero aprender a volar muy alto.
El perro le dijo: – Ay Martina tu jamás podrías llegar a volar.
Enseguida se dio cuenta de que todos se reían de ella.
Otro susurro: -¡Jaaaaa!, una oruga voladora, jamás podría, es mejor que ni lo intente.
Martina agachó la cabeza y enseguida se llenó de tristeza.
Pero de repente se dio cuenta que había alguien que no se burlaba de ella, era Rosita la Mariposa.
Martina le dijo: – ¿Tú porque no te ríes? -¿Tú crees lo mismo que ellos?, -¡Qué jamás lo podré lograr!
Rosita la miró y le dijo: -No Martina, yo no creo lo mismo que ellos.
Martina: -O sea, ¿Crees que si lo voy a lograr?,
-Si Martina, -le respondió la mariposa-, solo debes tener paciencia, y trabajar por alcanzar lo que sueñas.
Martina dijo: -Pero los demás no creen que lo pueda lograr.
-Martina, no dejes que los demás te limiten alcanzar tus sueños, -Tu puedes y podrás grandes cosas, pero debes creer en ti, ser paciente, perseverar y trabajar por alcanzar lo que deseas.
Martina volvió a sonreír, y aunque todos se reían de ella y nadie creía que fuera a volar, ella no se desanimó y siguió arrastrándose poco a poco, porque lo único que quería era hacer realidad su sueño.
Al cabo de unos días Martina se convirtió en una hermosa Mariposa, y ahora sí, podría volar y volar muy alto.

Fin