
Bob Hoover famoso piloto de pruebas y actor frecuente en espectáculos de aviación, volvía una vez a su casa en Los Ángeles de un espectáculo realizado en San Diego donde ocurrió un accidente. A cien metros de altura los dos motores se apagaron súbitamente. Gracias a su habilidad, Hoover logró aterrizar, pero el avión quedó seriamente dañado, pese a que ninguno de sus ocupantes resultó herido.
Lo primero que hizo Hoover después de aterrizar de emergencia fue inspeccionar el tanque de combustible. Tal como lo sospechaba, el viejo avión a hélice, había sido cargado con combustible de Jet, en lugar de gasolina común.
Al volver al aeropuerto, pidió ver al mecánico que se había ocupado del avión. El joven estaba aterrorizado por su error. Le corrían las lágrimas por las mejillas al ver acercarse a Hoover.
Es fácil imaginar la ira de Hoover. Es posible suponer la tormenta verbal que podía provocar semejante descuido. Pero Hoover no le reprochó nada; ni siquiera lo criticó. En lugar de eso puso su brazo sobre los hombros del muchacho y le dijo:
-Para demostrarle que estoy seguro de que nunca volverá a hacerlo, quiero que mañana se ocupe de mi F-51.
REFLEXIÓN:
Aunque anualmente celebramos este tiempo litúrgico, podemos hacer distinta la forma de vivirlo, y para dar pasos más grandes en nuestro caminito. Para esto, debemos empezar a confiar y creer con convicción que: DIOS APUESTA POR NOSOTROS. Una y otra vez, es el secreto a voces, ¡Dios está enamorado de ti! y aunque a veces tengamos la aterradora tentación de dar más importancia al peso de nuestros errores y culpas, debemos por decirlo así crear una fuerte resistencia a este terrible pensamiento, porque el amor de Papá sobrepasa lo que la mente humana pueda imaginar.
Si nosotros que somos limitados en amar, damos muestras de amor a quienes nos rodean. ¿No lo hará nuestro Padre del Cielo,que sigue pidiendo nos ocupemos de sus cosas
?
Cristina.
Comunidad de vida.