
Luego de meses sin vernos y sin poder abrazarnos fraternalmente, es una hermosa señal, para entender lo que el Padre Dios quiere de nosotros, pues ha sido en la Eucaristía, convocada por el Gran Pescador, donde nos hemos encontrado.
Algunos con el espíritu renovado, otros con el corazón ensalzado y lleno de gozo otros recostados en Aquel que dijo: Vengan a mi todos los que están fatigados y cansados, que yo seré su descanso.
Nos une en común cumplir el anhelo de Jesús: Que seamos hombres y mujeres profundamente eucarísticos.
¡Cuántos rostros y carismas ante la presencia de Dios, aceptando compromisos, renovando promesas, consagrándose a Dios con toda el alma, la mente y las fuerzas! Sacerdotes, laicas célibes, laicos, niños, jóvenes, familias dándole gloria a Cristo.
Por eso hoy cantamos agradecidos, las misericordias del Señor y celebramos con alegría ¡Que Cristo está vivo y que grande es su amor!
Y seguiremos caminando, mirando fija la estrella, construyendo un mundo de amigos y hermanos que tú, Jesús llamas: Civilización del amor.
Nosotros regresamos a casa y a nuestras fraternidades y zonas, como los discípulos de Emaús y con la fuerza del Espíritu Santo serviremos mejor, por eso hoy amado Dios Trino y Uno, con nuestra Estrella de Mar, nuestra Dulce Doncella, María Santísima, queremos decirte:
¡Cuenta con Jarcia, Señor!
Cristina.